¿Cómo podemos ayudar a un niño a controlar la ira?

El enfado es una emoción básica que sentimos todos cuando la situación que vivimos no es de nuestro agrado. Sentimos frustración y respondemos con ira o rabia. Cuando perdemos el control con una respuesta exagerada, el enfado se vuelve destructivo: reaccionamos con descarga motriz, rompiendo lo que tenemos a nuestro alrededor, gritando e insultando.

En definitiva, la ira es una emoción que hace que las personas sientan enfado, irritabilidad, furia… ante una situación que no les gusta o les produce frustración. Esta emoción la sentimos todos, incluidos los niños, de ahí que sea tan importante enseñarles a controlar la ira.

Porque este tipo de conductas se pueden controlar y se deben canalizar hacia otras más saludables física y mentalmente. Por eso debemos enseñar a los niños, desde que son pequeños, formas saludables de controlar la ira. Aceptar y afrontar las frustraciones da lugar a personalidades más sanas, equilibradas y maduras en el futuro.

Controlar la ira infantil: la importancia de decir no.

La frustración es parte de la vida y hay que enseñar a los niños que no todo se puede conseguir y utilizar el “NO” ayuda mucho a que acepten las situaciones que no les gustan. El “NO” traza límites y educa, fomentando la tolerancia a la frustración.

Cuando un niño recibe un “NO” a sus deseos, su respuesta es de descontrol motriz. En esos momentos, no puede “pensar”, su actuación va por delante de su pensamiento y, a pesar de saber que no es la conducta adecuada, no puede parar y hay que dejarle que vaya recobrando la tranquilidad.

Hay niños que en situaciones así necesitan el abrazo y otros prefieren permanecer alejados hasta llegar a la calma por sí mismos. Después, sí debemos hablar con ellos para que expresen qué es lo que ha ocasionado ese berrinche y darle alternativas diferentes a su respuesta.

También es muy conveniente inculcarles la idea de que las personas no pueden conseguir siempre y en todo momento lo que desean. Hay que demostrarles una actitud conforme en que “unas veces se gana y otras se pierde” y que tan difícil es saber ganar como reconocer la derrota. Se debe trabajar la tolerancia a la frustración y aceptar de buenas maneras la situación contraria a los deseos.

Cuidado con la fase de autoafirmación a través del NO.

Los niños, a partir de los 2 años, se creen muy mayorcitos pero aún son muy bebés, se muestran dependientes de sus padres y controlan poco sus impulsos. Empiezan a tomar conciencia de su identidad, de su propio “YO” pero, dada su inmadurez y dependencia, este hecho termina desembocando en una etapa conflictiva, donde el elemento predominante es la autoafirmación a través del negacionismo.

Es cuando los niños no suelen atender a sugerencias, razonamientos o explicaciones. El “no” y el “yo solito” son sus respuestas favoritas. Viven en una omnipotencia y afirmación constante y es una etapa muy difícil para todos. Intentan manipular y controlar a todo el mundo e imponer sus deseos y sentirse el ombligo del mundo, queriendo decidir cuándo, cómo y con quién realizar cualquier hecho.

Ante la negativa a un deseo suyo, surge la rabieta como respuesta a la frustración porque no pueden controlar su ira: gritan, destrozan, dan patadas y agreden verbal y físicamente a todo lo que tienen a su alrededor. Hay que enseñarles a dominarse, a controlar su ira, a vencer su rabia. Y los adultos, tanto en casa como en las escuelas infantiles, debemos hacerlo desde el equilibrio entre la calma, la paciencia, la comprensión y la firmeza.

Ya, desde esa edad tan temprana, hay que enseñarles con nuestra actitud serena, que la rabieta no es una alternativa para conseguir lo que se desea. Los padres deben responder con calma pero con absoluta determinación: tienen que interiorizar que las rabietas no conducen a nada, hay que ignorarlas y el comportamiento tenderá a reducirse. Con nuestro comportamiento equilibrado y paciente, estamos dando un ejemplo de cómo retornar al apaciguamiento. Nada tranquiliza más a un niño que nuestra tranquilidad y nada le desestabiliza más que nuestra inseguridad.

Las rabietas hasta los 4 años son evolutivas y todos las sufren en mayor o menor grado porque, en esas edades, todavía no pueden controlar su ira o enfado. Ellos desean conseguir lo que piden y utilizan diferentes estrategias para ello. A partir de esa edad, debemos corregir su actitud hasta que comprueben que no van a imponer su voluntad.

Como decimos siempre, los adultos somos los referentes en todo momento y los hijos están atentos a nuestras respuestas ante situaciones contrarias a nuestros deseos. Como nosotros respondamos, así lo harán ellos en un futuro.

Cómo influyen los hábitos y las rutinas en el control de la ira en los niños.

Una manera de prevenir las rabietas o el descontrol motriz es el establecimiento de hábitos y rutinas en las que hay unas normas que todos deben cumplir y que favorecen la confianza y la seguridad. Estas rutinas evitan situaciones conflictivas, discusiones y enfrentamientos pues los niños van aprendiendo lo que tiene que hacer y lo que se espera de ellos y asumen lo que va a suceder si cumple las reglas o si no.

Muchos padres ceden porque les da pena porque “es tan pequeño”, porque “me lo puedo permitir”, porque “lo veo tan poco”, porque “no me gusta que sufra”… y una larga lista de justificaciones para no entrar en conflicto con los niños, evadiendo la responsabilidad de educarles como deberían.

Con un comportamiento así, un niño está pidiendo a gritos que le pongan unas reglas, normas, límites, hábitos y rutinas para sentirse seguro porque ellos están aprendiendo a comportarse adecuadamente y necesitan de la ayuda de los adultos.

Cuando un niño acepta la respuesta negativa a un deseo y su conducta no es iracunda o descontrolada, hay que hacerle ver que la actuación que ha elegido es la correcta, demostrándole con afecto y elogios lo contentos que estamos por su elección.

El deporte y las actividades al aire libre son una excelente vehículo para canalizar la ira y el estrés, así como las actividades que necesitan concentración como puede ser pintura, trabajos manuales, construcciones, puzles… Actividades de construir y destruir como hacer flanes con arena, torres y destruirlas, utilizar barro para aplastar, dar patadas a un balón, tocar un tambor o hacer música con cualquier material… También actividades de relajación y yoga para que vayan tomando conciencia de su “YO” y el control de emociones.

Cuando los adultos intuyen que se va a producir una situación conflictiva, deben desviar su atención a una actividad que les guste, ofreciéndoles participar en ella.

 

Como siempre decimos, EDUCAR es una responsabilidad a largo plazo y no todo se consigue en el momento, hay que ser perseverantes, constantes, pacientes, manteniendo una actitud de firmeza y autoridad pero sin enfado, controlando nuestra ira y mostrando paciencia y mucho afecto. Ya sabes que puedes hablar con nosotras sobre cualquier aspecto del comportamiento de los peques, como puede ser su manera de controlar la ira para que lo tengamos en cuenta cuando estén en nuestras guarderías en Majadahonda. En este sentido, es importante que los esfuerzos que se dedican en casa a este tema vayan en la misma dirección que los de la escuela infantil a la que acudan para reforzar la idea y conseguir esa gestión adecuada de sus ataques de ira y rabia.

 

Artículo redactado por Pelancha Gómez, directora de Escuela Jauja.