Las peleas entre hermanos es un problema común en todas las familias del mundo. A todos los niños, tengan la edad que tengan, les cuesta mucho compartir el cariño y la dedicación de sus padres, sobre todo cuando son pequeños. A esto hay que unir el carácter que tiene cada uno y las incompatibilidades propias a las que dan lugar.
Sea como sea, la cuestión es que la situación puede llegar a ser realmente difícil en casa cuando los hermanos se llevan mal. ¿Hay alguna forma de evitarlo? Pues hoy analizamos esta cuestión en este artículo que hemos publicado en la revista Majadahonda TEVA.
Reflexionemos sobre la relación entre hermanos
El primer hijo es el centro de atención de toda la familia y recibe de todos, sin tener que compartir con nadie. Hasta que llega a la escuela infantil o llega un hermano.
La escuela infantil es un lugar en el que los niños van a aprender a compartir tanto el espacio físico como los juguetes y la atención de las educadoras. Es una buena forma para ir aprendiendo que no es el centro del universo y que existen otras personas a las que hay que respetar. Gracias a esta cercanía con sus iguales, aprende a solucionar las pequeñas dificultades que surgen en su relación, a esperar su turno, a respetar el juguete que tiene el otro, a recibir el cariño de otras personas diferentes a su entorno familiar.
En definitiva, que centros como nuestra escuela infantil en Majadahonda les dan la posibilidad de abrirse a nuevas relaciones que enriquecerán mucho su vida.
Cuando llega un hermano, tendrá que aprender a compartir con él la dedicación de sus padres y le invadirán unos celos difíciles de dominar. Los niños viven invadidos de sentimientos muy vehementes entre el amor-odio, y los celos y las envidias conviven con el cariño y la protección que le surge en la relación con el hermano pequeño.
Hay que tener en cuenta que los niños, hasta los 6 o 7 años, son muy egocéntricos y les cuesta mucho compartir. No sienten empatía por los demás y son incapaces de sentir lo que provoca su actuación en el otro. Por eso son frecuentes las discusiones por ser el primero en todo: me pido ser el primero en salir, o me pido la ventanilla del coche o tocar al timbre de la puerta…
Son competitivos y no les gusta nada perder. Están en constante competición con los hermanos para demostrar quién es el mejor. Lo común es discutir y pelear por los juguetes, la ropa, la película a elegir, la comida… Muchos padres, para evitar las discusiones, compran el mismo juguete y del mismo color para cada hijo y no se dan cuenta que no es el juguete el motivo de la discusión sino por lo que pelean es porque le presten atención…
También les cuesta mucho asumir el rol que les toca en la estructura familiar y los pequeños tienen celos de los privilegios que tienen los mayores mientras estos, a su vez, también los tienen de los pequeños.
Consejos cuando los hermanos se llevan mal
Aunque pienses que, en algunos casos puede parecer una guerra perdida, existen algunas pautas que pueden ayudar a que cuando los hermanos se llevan mal, para minimizar sus diferencias y hacer que discutan lo menos posible:
1º.- Cuando la discusión es leve, es mejor no intervenir para que ellos resuelvan sus diferencias. Si siempre le das la razón a uno de ellos, acrecentarás más los celos entre ellos.
2º.- No le des siempre la razón al más débil porque le ves más indefenso, así nunca aprenderá a defenderse por sí mismo.
3º.- No le pidas al mayor que juegue con el pequeño si no quiere. El juego de uno y del otro es muy diferente y el mayor no entiende y se enfurece con la intervención del pequeño. Cuando el mayor tenga más edad, podrá jugar de una manera más armoniosa porque entenderá el proceder del pequeño. Por ejemplo, el mayor está jugando con sus construcciones y el pequeño lo destruye todo con una gran sonrisa y orgullosos de su hazaña, mientras el mayor se enfurece y con razón.
Están en momentos evolutivos diferentes y es muy difícil tener una relación armoniosa en el juego. El pequeño destroza lo que está haciendo el mayor porque su juego consiste en “construir y destruir”. En estos momentos se da la nefasta intervención de los padres, justificando la participación del pequeño con frases como: “déjalo, ¡es tan pequeño!” y la frustración del mayor por la injusticia cometida.
4º.- No exijas los mismos horarios y normas a todos, el pequeño tiene que aprender y respetar los privilegios de los mayores aunque proteste.
5º.- Dedicaros tanto el padre como la madre un rato en exclusiva con cada uno para que no siempre tengan que compartir vuestra atención.
6º.- Verbalizarles lo contentos que estáis cuando están tranquilos haciendo una actividad conjunta para que se den cuenta que les prestáis atención cuando se portan bien. De esa manera, no tienen que discutir o pegarse para atraer vuestra atención.
7º.- Manifestarle lo contentos que estáis y la ayuda que recibís del mayor para disminuir los celos que siente por el pequeño y al pequeño decirle lo que va a conseguir cuando sea mayor como su hermano.
8º.- No los compares, cada uno es diferente y único y nunca hay que poner como ejemplo a uno frente al otro; esto solo acrecentará la rivalidad y los celos.
9º.- Demuéstrales todo el cariño que sientes por los dos para que no sientan que hay preferidos ya que esto provoca fuertes celos. Aunque, por afinidad de carácter, te lleves mejor con uno que con los demás, tienes que procurar mantener una relación lo más objetiva e igualitaria con todos. No hay nada más dañino que no sentirse querido por sus padres y percibir las preferencias de sus padres.
Hay niños más difíciles que otros por carácter, pero los padres deben demostrar su amor a pesar de las dificultades y conflictos que puedan surgir. Acéptale con sus características propias, pues no todos tienen porque ser igual de tranquilos o simpáticos.
¡No pongas etiquetas, no compares, no pongas como ejemplo a ninguno!
La parte buena de la relación entre los hermanos
Pero no todos son inconvenientes porque hay muchos aspectos que benefician la relación entre hermanos como vamos a enumerar brevemente:
1º- Espejo:
Los niños pequeños observan a los hermanos mayores con admiración y a menudo con envidia y tratan de imitarlos en todo. Es un buen acicate para su maduración y autonomía. El objetivo principal es ser mayor con los mismos derechos que él y unos van aprendiendo de otros. El mayor se siente orgulloso de poder ayudar al pequeño, sobre todo si sus padres valoran este proceder.
En muchos casos podemos comprobar cómo el niño mayor no tiene nada que ver con el pequeño en autonomía y desparpajo. El mayor , normalmente ha estado más protegido por los padres, adelantándose y resolviendo las dificultades que se le presentan y tarda más en madurar.
2º- Aliado:
También con el hermano mayor puede tener un buen aliado para enfrentarse a la disciplina de los padres y esto le va a dar seguridad en su autoafirmación.
3º- Refugio:
Cuando hay enfrentamientos con los padres, el niño puede refugiarse con los hermanos, sentirse acompañado en esos momentos difíciles, siendo más fácil la resolución de los conflictos y, en muchas ocasiones, los hermanos interceden para buscar el perdón de los padres hacia el que no se ha comportado correctamente.
4º.- Compartir:
Es con los hermanos con los que aprende a compartir las posesiones ya que los mayores saben ceder con mayor facilidad, dado el cariño que les profesan pero también saben defender sus derechos con mayor energía y así se dará cuenta de que no siempre se saldrá con la suya.
Es muy curioso comprobar cómo actúan con niños que no son sus hermanos: cuando invitan a un amigo a su casa, suele ceder el que está en casa de otro, pues ni la casa ni los juguetes son suyos y de ahí viene el que haya niños que estén encantados con que vengan otros niños a jugar a su casa, pero se niegan a ir a casa de los demás. El anfitrión siente el poder de estar en su casa frente al invitado, dominando la situación y llevando la iniciativa.
5º.- Referencia:
Con los hermanos mayores, el niño aprende cuál es su lugar dentro de la familia. Tiene que compartir el cariño y dedicación de sus padres y personas conocidas, el espacio físico, la habitación, los juguetes y hasta la comida. Aprende a respetar cuando un hermano está hablando así como cuando es atendido por sus padres y a valorar y admirar lo que todavía no puede hacer y ellos sí y es un logro a alcanzar que le ayuda a madurar.
6º.- Autovaloración:
Aprende a valorarse y a aceptarse como es, admitiendo sus limitaciones como sus hermanos se las admiten. Cuando el niño es hijo único, los padres tienden a sobrevalorar todo lo que hace el niño tanto para bien como para mal, y el niño no tiene un marco de referencia con el que compararse ni nadie que le ponga los pies en la tierra de su verdadera condición. Cuando tiene hermanos, están ahí para ponerle los límites a su omnipotencia y así tener una imagen más real de lo que es en realidad y aceptarse como tal.
7º.- Otras compañías:
Tener hermanos mayores, brinda al niño la posibilidad de establecer relaciones con otros niños pues le dejan integrarse en el juego. Esto llena de felicidad al pequeño pues se cree de la misma “pandilla” y al mismo nivel que los mayores.
8º.- Diversión:
Tener un compañero de juego cuando la familia realiza una actividad conjunta como es ir a un restaurante, salir al campo o visitar el zoo, es mucho más gratificante para los dos pues la relación amistosa entre ellos, hace más divertida la actividad y relaja la atención que deben tener los padres ante ellos. Cuando el niño es único hijo, los padres deben centrar la atención en él para no sentirse excluido de la relación familiar.
Por todo lo dicho en este artículo y, aunque algunas veces es difícil resolver las disputas y conflictos y hay que aceptar que los hermanos se llevan mal, es muy enriquecedor para cualquier niño la relación con sus hermanos y una ayuda innegable para la difícil tarea del crecimiento y el desarrollo personal.
Artículo escrito por Pelancha Gómez Olazába, directora de la Escuela Infantil JAUJA.