La impaciencia es algo innato en todas las personas y el arte de la paciencia se tiene que aprender como el resto de los valores que queremos inculcar a nuestros hijos.
Los niños viven el presente, apenas se acuerdan del pasado y no pueden entender el futuro. El concepto temporal es muy abstracto y muy difícil de interiorizar para ellos. En las edades de 0 a 3 años, la noción temporal es muy rudimentaria y esto dificulta mucho adquirir la paciencia, y precisamente por ello se debe trabajar hasta conseguirlo. Desde Jauja, como uno de mejores colegios privados en Majadahonda, reconocemos la importancia de una adecuada socialización de los niños.
Los niños son impacientes e impulsivos por naturaleza y tienden a descontrolarse con facilidad. El saber canalizar los impulsos es una labor lenta y dolorosa que requiere esfuerzo y paciencia tanto de ellos como de los adultos con los que convive.
El papel de la escuela para aprender a ser pacientes.
En nuestra escuela infantil en Valdemorillol abordamos unas rutinas a lo largo del día para que los niños vayan situándose en el tiempo o utilizando un calendario muy básico de la semana. También les recordamos las actividades realizadas durante la mañana o tarde o las que hicimos el día anterior para que sepan entender mejor los conceptos temporales.
Trabajamos el orden del tiempo con la secuenciación de una historia o cuento con viñetas grandes para que vayan teniendo conciencia de que unas escenas preceden a otras y que el cuento tiene un comienzo, trama y desenlace.
La asamblea es un buen momento para trabajar la paciencia. Los niños son impacientes y no lo pueden evitar pero deben aprender a respetar la intervención de sus compañeros, escuchando y participando cuando sea su turno. Con los niños que ya han adquirido el lenguaje es más difícil de controlar ya que todos hablan al mismo tiempo y no les interesa la comunicación con los demás, pues su pensamiento es egocéntrico y el mundo gira a su alrededor.
Otra manera de cultivar la paciencia es respetar el turno para ser el ayudante de la clase, el turno para participar individualmente en una actividad que lo requiera, a la hora de repartir el material que se va a utilizar así como esperar su turno para poseer un juguete que tiene su compañero… La mejor manera para trabajar la paciencia mediante estas acciones es pasar tiempo con compañeros en una escuela infantil ya que aprenderán a compartir el espacio, materiales y afecto de las educadoras, es decir a socializarse, y este aprendizaje requiere tiempo, amor y respeto de su propio ritmo.
Motivar a los niños para que sean perseverantes y constantes en el juego o en una actividad que haya iniciado, que resuelvan las dificultades que se les presentan, que se esfuercen en hallar soluciones y a disfrutar del gozo que supone la gratificación de ver el trabajo y las soluciones finalizadas con éxito son otras formas de aprender a ser paciente.
Por qué es importante que los niños no sean impacientes.
La paciencia es un valor que se consigue muy a largo plazo y hay que trabajarla sin agotar al niño. Cuando demanda nuestra atención y no podemos atenderle, hay que decirle “ahora no puedo, luego sí”. Cuando estamos ocupados, hay que demorar un poco la atención que nos reclama para favorecer el aprendizaje de la paciencia y que se dé cuenta que no es el centro del mundo, para que vaya adquiriendo la empatía necesaria para contar con los demás, respetando y compartiendo con sus compañeros y adultos.
Como siempre que hablamos de educación, la manera de enseñar unos valores es con nuestro ejemplo. Nosotros somos el referente al que imitan nuestros hijos y somos conscientes de que es muy difícil mantener la paciencia durante todo el día por la vida acelerada que llevamos pero hay que saber mantener un equilibrio emocional para que ellos puedan aprender a controlarse.
Cuando a un niño no se le concede un deseo, surge la rabieta. Es algo evolutivo y hay que contar con ello, pero debemos gestionarla con serenidad, templanza y firmeza y nunca ceder. La mejor forma de ayudarle es mostrando una actitud de espera hasta que se le pase y que, poco a poco, vaya recobrando la tranquilidad. Es absurdo tratar de establecer una conversación con él porque no va a escuchar. Su descontrol motriz le impide razonar. Una vez pasada, sí se puede hablar con él de la situación embarazosa que han vivido los dos.
Debemos mostrar firmeza y que nuestra actitud no va a cambiar aunque su demanda sea insistente. Un “no” es un “no”, se ponga como se ponga. Si obtiene lo que desea, estás reforzando el hecho de que molestar, llorar e insistir es una manera de obtener lo que se quiere y, si le concedes lo que desea para evitar la rabieta, estás fomentando la impaciencia y la exigencia.
Trabajar la paciencia en tiempos de gran inmediatez.
En la sociedad en la que estamos inmersos es muy difícil fomentar la paciencia, el esfuerzo y el trabajo, ya que vivimos en un mundo acelerado en el que el tiempo de espera para conseguir lo que se desea es cada vez más corto y los mensajes recibidos por todos los medios es la rapidez e inmediatez para todo. “Lo quieres, cómpralo”. Cualquier artículo deseado lo tienes en tu casa en cuanto lo pides, la película recién estrenada la puedes ver en el móvil, “aprende inglés en diez días”… Hay una clara disminución de la tolerancia, a la frustración y a la espera.
También influye muy negativamente el criterio educativo tan en boga en este momento como es “la educación a demanda” El niño es el rey y él decide cuándo, cómo y con quién organizar su vida. Muchas madres y padres extienden esta forma de educar más allá de los primeros meses de vida del niño y se convierten en esclavos de sus hijos. Desde pequeño hay que enseñarle a esperar para que vaya adquiriendo una cierta tolerancia a la frustración que le ayudará, posteriormente, a encajar las dificultades que se le presenten en su vida futura.
Ya sabemos que los niños son impacientes siempre pero una forma de fomentar la paciencia es proponerles juegos y actividades que requieran esfuerzo en su terminación como pueden ser los puzles, construcciones, creaciones artísticas, plastilina, un plato de cocina y, en general, trabajos manuales en los que hay que esperar para verlos finalizados.
Cuando los acabe, valorar mucho su esfuerzo, su paciencia para llegar a su consecución y manifestar la satisfacción que se obtiene en ello. Que se sienta orgulloso por el logro y animarle para que prosiga en este tipo de actividades.
Artículo escrito por Pelancha Gómez, directora de Escuela Infantil Jauja.