En uno de los artículos de nuestro blog, te hablamos de lo importante que es para nosotros programar actividades que fomenten la psicomotricidad de los niños, como puede ser el baile o la expresión corporal. Estas actividades mejoran el desarrollo físico, cognitivo y afectivo de los pequeños, motivándolos a conocer el entorno que le rodea.
Y a colación de este tema, no queremos dejar pasar la oportunidad de hablar de otro gesto que realizan los niños que resulta de lo más beneficioso para ellos: gatear.
La etapa previa de reptar
A partir de los 6 meses, los bebés van madurando físicamente debido a que adquieren el equilibrio necesario para poder estar sentados sin apoyos. Además, adquieren la coordinación óculo-manual necesaria para agarrar objetos cuando son de su interés.
Enseguida intentan alcanzar los objetos que tiene a su alrededor y empiezan a reptar, a desplazar su cuerpo por el suelo de diversas maneras. Esta etapa, que es la que precede al gateo, es muy necesaria para descubrir el medio y adquirir la maduración para el gateo. Hay que ofrecerles un espacio amplio en el que se puedan moverse libremente y llegar a donde quieran.
En este momento, los niños van adquiriendo la coordinación de sus movimientos, el conocimiento de su esquema corporal y el fortalecimiento muscular. Esta maduración física les proporciona una seguridad en sus posibilidades motóricas que hacen que los niños se sientan más independientes y orgullosos de sus pequeños logros. Así van construyendo su autonomía, su autoestima y su confianza en sus propias capacidades.
A nivel emocional, este es un paso muy importante porque los bebés comienzan a poder ir donde está su madre, sin esperar a que sea esta la que se acerque; es poder acercarse y alejarse sin depender de lo que haga su madre.
Hacia los 6 meses comienzan un largo proceso de individualización/separación en el que se dan cuenta de que son seres independientes y separados de sus madres. Cada niño empieza a entender que es una persona siferenciada y única, y es cuando centra su interés en los objetos que están a su alrededor y que puede coger. Esta maduración le permite alejarse de su madre y establecer una relación con lo que tiene alrededor, objetos y personas. Activamente se separa y esto le permite conquistar el mundo.
Alrededor de los 7 meses empieza a reptar con frecuencia, ejercicio que le ayuda a fortalecer su musculatura, su equilibrio y a avanzar hacia la etapa del gateo.
La etapa de gatear
Enseguida empieza la etapa de gatear, etapa en la que aprende a equilibrar su cuerpo (hombros, caderas, columna vertebral, fémur, rodilla) y a coordinar su brazo derecho con la pierna izquierda y viceversa, moviéndolos al mismo tiempo.
Su visión se centra en lo que va viendo a poca distancia pues enfoca sus ojos hacia el suelo, va adquiriendo diferentes sensaciones táctiles al posar sus manos y piernas en diferentes superficies y va calculando la distancia que le separa del objeto que desea coger o el espacio a donde quiere llegar. Este es un momento muy importante para su desarrollo porque se muestra motivado para conocer y relacionarse con su entorno, no para un momento y le falta tiempo para descubrir y experimentar. Es lo que los psicólogos llaman “idilio con el mundo”.
Si los padres evitan este desplazamiento, están frenando su desarrollo en todas las áreas, tanto a nivel cognitivo como físico, emocional y social.
Aunque no quieran, es el momento de “recoger” la casa y quitar de su alcance todo lo que puede llegar a ser un peligro para él. Los pediatras comentan que los accidentes domésticos son la causa principal de ingresos en las urgencias y que hay que retirar todo lo que puede ocasionarlos.
EN ESTA ETAPA VA ADQUIRIENDO LA COORDINACIÓN EN SUS MOVIMIENTOS, EL CONOCIMIENTO DE SU ESQUEMA CORPORAL Y EL FORTALECIMIENTO MUSCULAR.
A los 9-10 meses, al niño le interesa investigar todo lo que se encuentra a su paso. El niño explora, golpea, rompe, lanza, para descubrir las acciones sobre los objetos de causa- efecto, aprender de los errores, descubrir sensorialmente las cualidades, semejanzas y diferencias de los mismos y así, poco a poco, irá emergiendo el pensamiento simbólico y el conocimiento cognitivo.
Es la etapa en la que centra su interés en los objetos y espacios de la casa y ya no le interesan tanto los juguetes que le ofrecemos. Le encanta abrir y cerrar cajones, la tierra de las macetas de las plantas, los utensilios de la cocina así como del baño, los enchufes, botes de productos de limpieza, las escaleras, subirse a un sillón y un largo etc. que todos conocemos.
Cuando un niño carece de la oportunidad de moverse, bien porque pasa muchos momentos tumbado en la cuna, en una hamaca o en brazos, no puede ejercitar la separación activa de la madre y esto repercute negativamente en su evolución afectiva pues se queda fijado en la relación simbiótica que ha mantenido con ella hasta entonces.
Gatear le ayuda a conectar y equilibrar los dos hemisferios cerebrales, preparándole cognitivamente para adquirir el pensamiento. Por medio de la acción se forma el pensamiento de tal manera que sin acción, no hay pensamiento. Al conectar los dos hemisferios cerebrales, estamos preparándolo para adquirir la lateralidad y el espacio mental, vital para el aprendizaje de la lectura y escritura.
Gateando, utiliza sus manos para apoyarse y esta acción fortalece la musculatura necesaria para agarrar los objetos y adquirir la coordinación óculo-manual cada vez más fina y la coordinación de los dedos que favorece la utilización de la pinza digital. que le permite coger objetos pequeños con el dedo índice y pulgar. Este movimiento nos diferencia del mundo animal y adquirimos la condición de seres humanos.
El gateo le permite orientarse espacialmente y calcular las distancias que hay al acercarse y alejarse de los objetos y de las personas y desarrollando un equilibrio que le permite adquirir la bipedestación (andar).
Cuando un niño empieza a andar pero vuelve al gateo, debemos respetar este retroceso y no debemos forzar la posición erguida pues todavía no está preparado cerebralmente para este paso. Lo único que conseguiremos es una actitud miedosa e insegura en sus posibilidades. Ya andará cuando esté preparado.
Artículo escrito por Pelancha Gómez, directora de Jauja, una de las guarderías en Majadahonda de referencia.