La decisión de ser padres debe ser muy meditada y consensuada en una pareja porque conlleva un gran cambio en la vida, tanto personal como social.
Frecuentemente, cuando se toma esta decisión no se tiene en cuenta que, aunque supone una gran felicidad y el comienzo de una vida más plena con momentos de disfrute apasionantes, también supone una fase de gran agotamiento por la atención constante que demandan. Además, este paso exige una gran madurez, una gran responsabilidad para educarlos y encauzarlos hasta conseguir una personalidad segura y feliz y tener claro que también hay que dedicar tiempo para estar y jugar con los hijos.
Ser padres es renunciar a muchas cosas. Se deben dejar de lado las presiones sociales para dar el paso a la paternidad y hacerlo cuando se está preparado y dispuesto a asumir este gran cambio que se va a producir en la vida.
El nacimiento de los hijos puede pasar factura a la pareja.
Ser padre o madre requiere responsabilidad, entrega, dedicación y esfuerzo que a muchos padres les cuesta aceptar y, en muchos casos, es cuando empiezan las dificultades y distanciamiento en la pareja por vivir de manera diferente esta responsabilidad, exigiendo una mayor disposición para atenderlos adecuadamente. Comienzan los reproches y acusaciones que propicia la falta de diálogo y entendimiento, y el desencanto y tensión van creciendo día a día.
La pareja debe llegar a acuerdos para repartirse las funciones y obligaciones domésticas así como el cuidado de los hijos para que sea más llevadero para ambas partes. Además, los hijos necesitan pasar tiempo con ambos progenitores, por lo que no solo es importante el cuidado, alimentación, vestimenta, llevarlos a una escuela infantil en Majadahonda … sino también el juego y el disfrute de la compañía de ambos. Además, los hijos necesitan que les corrijan y vayan indicando los pasos que deben dar en su camino vital, ofreciéndoles una seguridad y confianza con la que se sientan protegidos, valorados y queridos.
El regalo que reciben con mayor alegría es el compartir su tiempo con los padres. Esto no quiere decir que seamos esclavos de los hijos pero, si se les dedica un tiempo sin interrupciones, ellos comprenderán que después el padre o la madre también necesitan ocuparse de otras obligaciones o relaciones.
Organiza tu tiempo para jugar con los hijos.
Tanto el padre como la madre deben acordar entre ellos el tiempo que deben dedicar a jugar con los hijos para que no recaiga solo en la madre o en el padre. Con este reparto de tareas domésticas ambos podrán disponer de tiempo libre para dedicarlo a aficiones o amistades sin sentirse culpables.
Muchas veces pensamos que comprando muchos juguetes, cumplimos con la función paterna y no nos damos cuenta que hay que dedicar tiempo para descubrir con ellos las posibilidades que ofrece el juguete. Se le puede iniciar ofreciéndole una idea para que pueda continuar él solo y volver a reanudarlo cuando requiera nuestra presencia. Si le acostumbramos a participar en su juego constantemente, nunca aprenderá a organizar su tiempo libre y dependerá constantemente de la imaginación e iniciativa del adulto.
Cuando el niño empieza a jugar solo durante largos periodos de tiempo, no esperes que se le agoten todas las posibilidades que le brinda el juego. Interésate por lo que está haciendo, sugiérele nuevas ideas y obsérvalo durante un segundo para que no se sienta solo y brindarle un rato de juego compartido como premio.
No es suficiente nuestra presencia física en el hogar, la función paterna requiere dedicación y entrega con los hijos. En muchos hogares, el padre o la madre están presentes pero cada uno dedicado a sus tareas o aficiones sin tiempo para ocuparse, atender o jugar con los hijos.
También hay que organizar momentos para disfrute de la relación de pareja, hacer alguna actividad conjunta como ir al cine, cenar o salir con amigos porque esto es una cuestión de salud mental y física, imprescindibles porque en un hogar donde los padres son felices, los hijos también lo son. Hay que tener localizada alguna persona que se haga responsable de los hijos para permitirnos estas “escapadas” esenciales para mantener viva la relación de pareja.
En la comunicación está la clave.
La comunicación entre la pareja es vital para mantener la relación, organizar las funciones y quehaceres del hogar y cuidado de los hijos en la que se requiere mucha generosidad, confianza, complicidad y comprensión. Si hay amor entre los dos, habrá empatía para darse cuenta de las necesidades del otro, demostrándolo con una actitud generosa y siempre teniendo en cuenta que los dos necesitan tiempo libre para recargar pilas y volver lleno de energía y buen humor. No es un lujo, es una necesidad que los dos se deben conceder.
En la pareja, una vez pasados los primeros momentos de pasión y entrega absoluta en la que se idealiza al otro sin darse cuenta de la persona real que es, comienza una relación más pausada con mayor conocimiento de la personalidad de ambos, aceptando las cualidades, defectos y maneras de hacer las cosas, pero en la que se va cimentando una relación de amistad, comunicación, comprensión y lealtad por ambas pates. Se van compaginando aficiones, amistades, actividades, objetivos y deseos que satisfacen a los dos, estableciendo una complicidad que hace sentir la vida fácil y cómoda a los dos, eligiendo como amigo y compañero de vida al otro. Esta relación no se mantiene por sí misma, hay que cultivarla constantemente, con gran generosidad y alegría para que dure en el tiempo y más cuando se ha producido la llegada de hijos.
Artículo escrito por Pelancha Gómez , directora de Escuela Jauja.