El juego es esencial en la vida del niño

El juego es una actividad esencial de la infancia y una necesidad vital. El niño que no juega es un niño que puede estar sufriendo alguna patología. De ahí la importancia del juego infantil en el desarrollo de todo niño.

Desde muy temprana edad existe una actitud lúdica en el niño así como un deseo de juego que evoluciona en las diferentes etapas en su vida (cuando hay dificultades en el desarrollo se manifiestan también dificultades en el juego porque el juego es el espejo del niño).

El juego infantil para crear un mundo a su medida.

El niño admira al adulto (y también al niño mayor), tiene los ojos puestos en él y, para poder ser como él, crea un mundo imaginario, un mundo distinto al del adulto, hecho a su medida, donde puede ser padre, madre, maestro, aviador, investigador, médico…etc. Es omnipotente en el juego, se siente a sus anchas porque puede ser todo lo que quiera. Deja de ser el pequeño que está a merced de los lo que digan los adultos, posee un mundo para él donde puede ejercer su soberanía. A través de la imaginación, crea un mundo a su medida y con sus condiciones para poder regresar al mundo real, adaptándose a él, entendiéndolo y aceptando las normas que lo organizan.

El juego infantil contribuye de manera muy positiva a la estimulación de todos los aspectos del crecimiento y está totalmente ligado al desarrollo cognitivo, físico afectivo y social del niño.

El juego infantil desde el punto de vista cognitivo

Desde un punto de vista intelectual y cognitivo, el niño aprende jugando porque obtiene experiencias, porque es una oportunidad de cometer aciertos y errores, de solucionar problemas. Explora y conoce el medio, experimenta y conoce las cualidades de los objetos y su utilidad y va apareciendo la capacidad de pensamiento.

El juego infantil desde el punto de vista psicomotriz

Desde un punto de vista psicomotor, gracias al juego, desarrolla el cuerpo y sus sentidos, la fuerza, el control muscular, el equilibrio, la percepción, la confianza de sus posibilidades, experimentando una seguridad en los movimientos y control corporal que le ayudan a tener una imagen personal y autoestima positiva para aceptarse y quererse como es.

Así mismo, experimentando con los objetos, podrá conocer sus cualidades, similitudes y diferencias emergiendo el pensamiento simbólico que le capacita para tener imágenes mentales de los objetos y las acciones, además de desarrollar la habilidad manual y la  creatividad.

El juego infantil desde el punto de vista social

Desde un punto de vista de la sociabilidad, a través del juego infantil entra en contacto con sus iguales y esto le ayuda a conocer a las personas que le rodean, aprende normas de comportamiento y es un buen instrumento para conocerse a si mismo. Los demás le van mostrando una imagen de cómo es, con sus cualidades, habilidades y  limitaciones, le van poniendo limite a su actuación, a controlar sus impulsos y a ceder ante los demás. Va aprendiendo el valor de la empatía, de la tolerancia y a compartir.

El juego le da la oportunidad de contactar con personas de su entorno, le hacen más sociable, abierto y seguro en sus relaciones. Los niños aprenden unos de otros por el aporte de ideas y conocimientos que van adquiriendo y así van desarrollando su imaginación y, por tanto, su intelecto.

El juego infantil desde el punto de vista afectivo

Desde el punto de vista afectivo, el juego le divierte por encima de cualquier actividad, le da placer, se siente libre a la hora de actuar pues puede ser lo que le apetece en cada momento sin exigencias por parte de los adultos, puede descargar sus tensiones y encauzar su energía e impulsos, tanto positivos como agresivos. Es refugio frente a momentos conflictivos, dándole la posibilidad de aflorar sentimientos, miedos y dificultades.

El juego es imprescindible para la formación de la personalidad, para desarrollar la voluntad, la capacidad de autodominio y la conciencia de si mismo, como ya hemos dicho. Si no tiene la posibilidad de compartir el juego con el “otro” no puede comparase con nadie y tendrá una visión distorsionada de su imagen personal.

 

Hay que tener en cuenta el concepto de globalidad del desarrollo pues la globalidad relaciona íntimamente todas las áreas ya que están intrínsecamente vinculadas. La inteligencia, afectividad, motricidad y sociabilidad son indisociables.

Es imprescindible que se le ofrezca la posibilidad de juego libre para dar rienda suelta a la imaginación y recrear historias y personajes para entender el mundo de los adultos.

Un niño por instinto, trata de explorar todos los objetos que encuentra a su paso pero, para que haya una completa investigación y desarrollo cognitivo, se le debe de enseñar la utilización o  juguete que se le muestra.

El juego requiere aprendizaje

En el juego tiene que haber aprendizaje porque el niño, por sí mismo, no puede averiguar todos las posibilidades que le brinda el material. Aconsejo dedicarle todos los días un rato de nuestro tiempo para compartir con él el juego y demostrarle que nos gusta estar con él y compartir nuestro tiempo y afecto.

Cuando son pequeños,  se  les debe sugerir ideas para enseñarle a utilizar el material y así desarrollar la imaginación. Más tarde se le dejará solo un rato para que sea él el que descubra las posibilidades de juego. Al rato, acércate dónde esté, interésate por lo que hace, sugiérele nuevas ideas o simplemente obsérvalo unos minutos de vez en cuando para que el niño no  se sienta solo.

A medida que va creciendo, la hora de juego se va tornando menos importante y van siendo importantes los amigos y debemos fomentar el acercamiento con sus iguales.

Las educadoras de guarderías en Majadahonda sabemos de la importancia  del juego en la vida del niño y, por eso, todas las actividades de Escuela Infantil Jauja tienen un enfoque lúdico para enganchar con su interés. Pero cuando empiezan  a asistir a un colegio, el juego pasa a un segundo término y no hay tiempo para jugar pues tienen que “aprender” conocimientos. Pasan mucho tiempo  dedicados al aprendizaje de la lectura y escritura y se relega una actividad primordial para su desarrollo. Casi  exclusivamente se asocia juego con recreo pues es el tiempo en el que pueden jugar y relacionarse con sus compañeros y no debería ser siempre así.

Un niño que no juega, será un adulto dependiente, infeliz, desinteresado y sin imaginación, con dificultades de relación personal. En el trabajo será poco resolutivo, inconstante, con baja autoestima y que abandonará ante el esfuerzo y solución de problemas. No se sentirá capaz de alcanzar un reto, carecerá de confianza en si mismo y se dejará arrastrar por la opinión de los demás.

El juego potencia la concentración, centrando la atención en la actividad que le entretiene, la resolución de soluciones ante una dificultad, desarrolla la habilidad manual, la orientación espacial a nivel mental, el control corporal y la imaginación para recrear situaciones y personajes de la vida real, pudiendo alternar intermitentemente la vida imaginativa vivida a través del juego como la real. Potencia el esfuerzo para conseguir el reto que se proponga, siendo constante en la consecución de la actividad y sabiendo que es capaz de alcanzar lo que desea.

El mejor aprendizaje que se le puede brindar a un niño es el juego.

 

Artículo redactado por Pelancha Gómez, directora de Escuela Jauja.